Artículo publicado el dia 13 de octubre en Sevillainfo

Nuestra economía iba camino de ser boyante, los sevillanos de a pie, se venían quejando a diestro y siniestro de los turistas, les daban igual que fuesen de nuestra amada patria o de tres patrias más lejos.

Éstos, abarrotaban nuestros monumentos, nuestras calles y plazas  del centro y para colmo de los colmos, nuestros bares y restaurantes.

No nos engañemos,  lo más duro para los sevillanos ha sido (y es) que nos desplacen de nuestras emblemáticas barras y locales de restauración.

Fuimos (y somos)  intransigentes, egoístas, protestones, insolidarios,… resulta que no nos venía bien tanta gente de fuera en nuestra ciudad  ¡Valientes ignorantes ¡, nuestra ciudad, que es una maravilla, tanto por sus monumentos, museos, calles y plazas, amén de su rio, es una ciudad que nos guste o no, no tiene otro tipo de industrias.

Y entonces llegó el Covid, ese extraño (y peregrino)  virus que comenzó a afectar a la lejana China y que todos  percibíamos  remoto, ajeno y más que improbable que viajara  a las puertas de la Unión Europea… que ingenuos fuimos.

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